martes, 5 de enero de 2010

Lisa's perfect day.

Aquel día en el que todo cambió Lisa se lenvantó de la cama despacio, como siempre, sintiendo tensarse por primera vez en el día cada uno de sus músculos. Se desperezó, y se miró al espejo. Una muchacha en pantalón corto y con un moño medio deshecho la devolvió la mirada. Todo normal.
La contradicción que se había apoderado de ella días antes había desaparecido y ahora solo tenía una cosa en mente, aprender a vivir.

miró el reloj y se dio cuenta de que llegaba tarde. Ni siquiera había tiempo para una ducha. Se lavó la cara, y con el agua escurriendo por sus mejillas sonrió, aunque su cara aún extrañaba esa expresión, ausente durante tanto tiempo. No se maquilló, ni pensó muy bien qué iba a ponerse, porque total... ¿Qué más daba?

Desayunó dos magdalenas y un café y corrió escaleras abajo. Cuando llegó al café París, deseó haber cogido un libro, pues sentía que debería esperar aún un poco más, pero de repente alguien tapó sus ojos con la mano desde atrás al tiempo que agarraba con la otra mano su cintura. Aquella persona acercó su cara por detrás a la de ella, y apoyó la barbilla en su hombro.

Lisa respiró hondo, no necesitaba preguntar quién era, ni pasar sus manos sobre aquellas que tapaban sus ojos porque la bastaba con sentir, con tocar su olor y sentirle muy cerca. Suspiró y entonces el susurró en su oído:

- Aquí estoy, reina, aquí estoy.

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