- Los días oscuros vienen solos, no pasa nada, no fue tu culpa.
- Pero lloraste.
La calle en calma, y el corazón en un puño. Le quiero demasiado, demasiado. Me abrocho la cazadora y le miro detenidamente, como si se fuera a diluir delante de mí. ''Intenta mantener la cabeza fría'', me digo, recordando las cosas que siempre me dicen que tengo que hacer. Pero no es el día… vuelvo a renunciar al mundo prefabricado en el que todos hacen lo mismo. Sí, creo que sí.
Cierro los ojos y comienzo a cantar muy muy alto una melodía dulce que me engancha por dentro. Me lo pienso mejor, le miro una vez más, y le abrazo, con una sonrisa tan real que habría dado miedo a toda esa gente tan infeliz.